Este es el gobierno que más daño social provocó en un solo año desde 1983, medido por cualquier indicador social o productivo.
Una destrucción de puestos de trabajo a un ritmo que no conocíamos desde 1983, el oficialismo reconoce 127.000 despidos formales privados sobre la población urbana de 27,5 millones de personas. Si consideramos también trabajadores informales y expandimos a nivel nacional, el desempleo afecta a no menos de 400.000 personas.
Por otra parte se consolidó una caída de 9 puntos promedio sobre la masa salarial formal e informal, merma del poder adquisitivo del salario que también es inédita desde 1983 en un primer año de gestión. Niveles de inflación de 40 puntos, la mayor en los últimos 25 años , duplicando el nivel anterior, un déficit fiscal y cuasi fiscal de 13,2 pp. del PBI y un endeudamiento que ha provocado ya un crecimiento de la deuda en 47.200 millones de dólares.
Este fue el gobierno que más se endeudó en un año en los dos siglos de existencia del país, de cada 100 dólares que recibió de deuda la región, 60 los tomó Macri. Y vamos a batir récords este año también.
La expectativa de máxima es esperar un rebote estadístico del PBI que muy pocos sectores notarán en el orden del 2,5%, el famoso “rebote del gato muerto”, felino que se ha puesto de moda a partir del nuevo gobierno.
En materia de opinión pública se observa una fuerte polarización que se mantiene en los mismos niveles que en noviembre de 2015, y emergen dos figuras nítidas: Por un lado Cristina Kirchner, la oposición real con intereses contrapuestos a los que encarna hoy el oficialismo, con 12 años de gestión que la respalda y que, debe recordarse, le permitió dejar el gobierno con un nivel de popularidad que no tuvo Macri ni siquiera al iniciar su gestión. En el otro polo y como alternativa a Cristina, aparece también nítidamente la imagen del presidente.
La paradoja de esta dinámica de polarización es que refuerza la figura de Cristina de manera creciente y la constituye en la única opositora real al modelo que encarna el presidente y con creciente capacidad de superarlo electoralmente, y al mismo tiempo refuerza la figura del presidente como única alternativa al regreso de Cristina o al modelo que ella encarna, el tan denostado “Populismo”.
En esta perspectiva, a pesar del daño social descomunal que indujo el gobierno neoliberal, el deterioro de la imagen de Macri existe pero es más atenuado que el que habría que esperar por el nivel de profundidad y magnitud de la debacle social que implicó, que insistimos, para un primer año de gestión, es inédita.
Las terceras vías en estos esquemas tan polarizados estructuralmente tienden a decaer, más allá de las circunstancias de una coyuntura con una elección muy próxima como la del 2017, cuya dinámica dependerá del candidato que ponga el FPV y el oficialismo, la perspectiva para las reformas y terceras vías no es buena. Ni en la Argentina ni en el mundo.
La polarización es un fenómeno regional e internacional, que se da en muchos países después de la crisis de Lehman Brothers. En muchas democracias occidentales conviven proyectos antagónicos polarizados. Pasa en Brasil, en Bolivia, en Venezuela, en Ecuador, en Uruguay está tomando forma, en Estados Unidos incluso.
Lo mismo se observa en España, Francia, Alemania, Italia, Grecia Austria, Holanda, donde el populismo avanza como opción electoral.
Sucede que desde el año 2008 llevamos casi una década de gobiernos para el 1% más poderoso, en particular mediante las enormes transferencias que supusieron los rescates de Bancos, a sus accionistas y CEO´s La información de la consultora Británica Oxfam muestra que hoy las 8 personas más ricas poseen el equivalente de riqueza que el 50% de la población mundial.
El ingreso se ha distribuido muy asimétricamente y el empeoramiento en las condiciones de vida y el trabajo de los ciudadanos es nunca visto. La grieta llegó a Occidente y para quedarse. Acá Cristina o Macri.