Despidos, cierres de programas y la subejecución del presupuesto, son algunos de los problemas que los trabajadores de la salud enfrentan a diario. El sistema de salud pública de la ciudad de Buenos Aires entró en coma.
En diálogo con el programa radial La Revancha, las profesionales Jorgelina Matusevicius y Laura Shadrosky analizaron estas problemáticas que precarizan cada vez más el sistema de salud de la ciudad porteña.
El disparador de esta charla fue el paro que se realizó el 26 de agosto pasado en los hospitales de la Ciudad de Buenos Aires, en reclamo, entro otras cosas, de reapertura de paritarias y que volvieran a nombrarse profesionales para hacer frente a la falta de recursos humanos en la salud pública. Sin embargo, el conflicto con el gobierno porteño viene de lejos, desde los mismos inicios de su mandato.
Jorgelina Matusevicius es Secretaria General del Consejo Profesional de Trabajadores Sociales de la Salud y trabaja desde hace años en el Hospital Pena y en los Centros de Salud y Acción Comunitaria (CeSAC) N°10 y N°16 y da cuenta de la genealogía del conflicto: “En la Ciudad hay actualmente 33 hospitales y más de 40 entre CeSAC, Centros de Atención Primaria y Centros Médicos Barriales: todo este sistema debería estar en el marco de la Ley 153, que se implementó en 1999, cuyos objetivos tienen que ver con el acceso universal al sistema público de salud, a la provisión de servicios para la atención integral de la salud (no solo la parte médica), pero, por el contrario, hay una ofensiva muy importante de parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires hacia los recursos humanos en salud. Una ofensiva de control, disciplinamiento, de recortes salariales y de despidos”,
A partir de esta ofensiva, muchos profesionales tomaron la decisión de migrar hacia el sistema de salud privado y “así se produce el vaciamiento del sistema público, destinado a quienes cuentan con menores recursos y no tienen otra posibilidad económica. Ya en el inicio de esta gestión, lo primero que se ha hecho es desmantelar esa atención primaria de la salud, lo que nos demuestra cómo se piensa: no desde una salud colectiva ni comunitaria, sino vinculada a la mera atención asistencial una vez que el problema ya está producido”, denuncia Matusevicius.
Laura Shadrosky es médica pediatra del Hospital Gutiérrez y del SAME. Desde su experiencia, cuenta: “Nunca sentí tan real la palabra ‘desmantelamiento’ como en este proceso, lo que se está haciendo es un genocidio. En el Hospital Álvarez, por ejemplo cerraron áreas que trabajaban con medicina familiar, salud mental y violencia de género. Un ejemplo concreto son los 33 niños que se estaba tratando por abuso sexual y quedaron sin atención médica, también la consejería en sexualidad y reproducción”.
El Gutiérrez es la institución que más desarrollados tenía respecto de los programas de violencia de género, sin embargo, todos ellos fueron cancelados. “El gobierno porteño y el nacional aparentemente están preocupados por los femicidios que aumentan en Argentina, pero sin embargo levantaron sin ningún problema los programas que apuntaban a esa problemática”, dijo Shadrosky, presidenta de la filial de ese Hospital.
El 31 de octubre de 2013, por medio de la resolución número 1657, el Gobierno llevó adelante los cierres mencionados y echó a 1500 trabajadores de la salud: “A mí me despidieron de una de las dos guardias en las que trabajaba y en la otra me redujeron el sueldo en un 42 por ciento”, afirma Shadrosky, a quien además le abrieron un sumario por “haber convocado y haber llevado adelante una asamblea en una oficina que supuestamente era restringida para eso”.
Desde su trabajo en el SAME, también cuenta que se eliminó la figura del pediatra en el PAP, para niños en situación de calle, de la tríada de profesionales que conformaban con una psicóloga y una trabajadora social, así como en el programa Pediatría en Casa se redujo el número de pediatras de 160 a 98.
El conflicto salarial y las condiciones laborales son un punto central de la política de salud macrista. En el último concurso para terapistas en el Gutiérrez se presentó una sola persona cuando eran 34 los puestos vacantes. ¿A qué se debe esta bajísima asistencia?: “A que las guardias superan las 8 horas de trabajo, y a los bajos sueldos recibidos; el sueldo que percibe un terapista en el ámbito privado es 2,5 veces mayor que en el sector público”, comentó Shadrosky. Además denuncia que la sobrecarga de trabajo impide a los profesionales investigar o continuar formándose.
Otro problema que deben enfrentar los médicos es la falta de un sindicato que realmente represente los intereses de los trabajadores. “La Asociación de Médicos Municipales deliberadamente oculta las actas paritarias. Tenemos que andar buscando los acuerdos a los cuales han llegado para enterarnos”, informó Laura. “Por eso la única forma que tienen para organizarse y hacer escuchar sus reclamos es realizar asambleas autoconvocadas por fuera de los sindicatos”, completa Matusevicius.
Ante este panorama desolador, “nos movilizamos por la reapertura de Centros, por falta de insumos, la falta de profesionales para atender prácticas complejas que se dan con frecuencia en muchas villas de la ciudad, como el consumo de sustancias complejas o la aparición de enfermedades que se derivan de las condiciones precarias de la vivienda o la infraestructura del barrio”, relatan ambas profesionales, que junto a otras y otros trabajadores de la salud se unen para seguir caminando los barrios, promover una salud equitativa y universal, y seguir dándole pelea a una gestión dispuesta a arrasar con un sistema de salud inclusivo y comunitario.
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