domingo, 14 de junio de 2015

“La Luciérnaga”, 20 años con los chicos de la calle

 20 de julio de 1995, una docena de pibes limpiavidrios y buscavidas se reunieron en 27 de Abril y La Cañada convocados por un mismo sueño y desafío: ser artífices de su propio destino y, a través del trabajo organizado, prevenir la violencia social a la que estaban acostumbrados. También, promover su calidad de vida, la de sus pares que compartían con ellos la misma realidad de exclusión y la de su grupo familiar.
Alimento. En el comedor de La Luciérnaga se sirven unas 15 mil raciones al año. Es una de las acciones de la fundación con sede en Güemes (Pedro Castillo/LaVoz)
Ellos fueron quienes aquel día, en esa esquina del Paseo Sobremonte, frente a la Municipalidad de Córdoba, vocearon por primera vez la revista La Luciérnaga , hoy a punto de cumplir 20 años.
“Este ‘experimento’ nació como una alternativa laboral para que los adolescentes y jóvenes en situación de calle pudieran resolver urgencias cotidianas desde la cultura del trabajo”, explica Oscar Arias, uno de los padres de la “criatura”.
Una respuesta al fracaso
La idea de crear una publicación que hablara de la problemática de la infancia en la calle desde una perspectiva original y sirviera, a la vez, como medio de subsistencia para los pibes en riesgo social fue de Gonzalo Vaca Narvaja. Él había conocido en Barcelona –España– La Farola , una revista que vendían los desempleados y los “sin techo”.
SDLq La Luciérnaga fue el resultado de la adaptación cordobesa de aquella propuesta”, explica Arias. “También, fue una respuesta al fracaso de la manera tradicional en que el Estado abordaba esta problemática y que consistía en la aplicación de políticas asistencialistas y represivas, tendientes a erradicar a los chicos de la calle a través de la internación en institutos de menores, sin atacar las causas de la tragedia ni atender las potencialidades de los chicos víctimas”, apunta el dirigente social.
“Cuando arrancamos, a mediados de los ‘90, todavía existía el Consejo Provincial del Menor y regía la ley del Patronato” (sancionada en 1919), recuerda, para poner en contexto el punto de partida de esta aventura.
Arias trabajaba entonces en el ex Consejo del Menor de la Provincia de Córdoba y venía de una experiencia dolorosa.
En 1994, junto con su compañera de labores Fabiana Visintini, llevaban adelante una serie de talleres recreativos y educativos en Villa La Tela. Él estaba a cargo de un proyecto para la formación de imprenteros.
Las acciones se inscribían en el Programa de Prevención para Chicos en Situación de Calle.
En eso estaban cuando estalló en Méjico la denominada “crisis del tequila”, cuyo impacto económico repercutió en buena parte del mundo.
En Córdoba, la debacle azteca tuvo efectos demoledores y atizó el fuego de la hoguera en la que terminaría de consumirse el gobierno de Eduardo Angeloz.
“En esas circunstancias, el Estado provincial abortó ese y otros proyectos, recortó los subsidios y dejó sin efecto las becas sociales a favor de los pibes”, recuerda Arias con pesar.
Entonces, para capitalizar la experiencia con el grupo de adolescentes y jóvenes que tenía a cargo en Villa La Tela, decidió generar una estrategia alternativa con independencia del Estado. “Ese fue el puntapié inicial de La Luciérnaga ”, precisa el dirigente social.

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