Contará con la dirección de Carlos Vieu y con un atractivo programa que incluirá notables obras compuestas por Mozart, Wagner y Dvořák.
El domingo 15 de febrero próximo, a las 18.30, en la Sala Alberto Ginastera del Teatro Argentino de La Plata, dependiente del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, se ofrecerá el primer concierto del ciclo anual.
La entrada será libre y gratuita (hasta agotar la capacidad de la sala).
Dirigirá el titular de la Orquesta Estable, Carlos Vieu y se interpretarán la Obertura de Tannhäuser de Richard Wagner; el Concierto para flauta N° 1, en Sol mayor, K. 313, de Wolfgang Amadeus Mozart (con la actuación como solista de Hugo Regis) y la Sinfonía N° 8, en Sol mayor, Op. 88, de Antonín Dvořák.
Destacadas obras del repertorio clásico
Tannhäuser, la gran ópera romántica en tres actos de Richard Wagner (1813-1883), con libreto del propio compositor, basado en leyendas medievales alemanas, se estrenó en Dresden en 1845 y su versión reformulada fue presentada en París en 1861. Su obertura es una de las páginas más difundidas del autor y se interpreta frecuentemente como parte de los programas de concierto. Expone magistralmente todos los temas que se desarrollarán en la ópera, en especial el contraste planteado por la trama entre el amor puro y espiritualizado y el amor sensual y lujurioso.
Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) escribió su Concierto para flauta y or-questa en Sol mayor a principios de 1778 en Mannheim. Fue estrenado por Johan Baptist Wendling, principal flautista de la orquesta de esa ciudad alemana, quien le presentó al ins-trumentista amateur Ferdinand De Jean, que a su vez le encargó a Mozart tres conciertos para flauta y orquesta. El músico aceptó la comisión pero sólo pudo completar dos de las tres obras solicitadas. A propósito de este Concierto para flauta N° 1 ha dicho el musicólogo Alfred Einstein: “El celebrado adagio (segundo movimiento) es seguramente la joya de este trabajo; el muy substancial allegro maestoso (primer movimiento) sugiere que componer para la flauta fue muy estimulante para Mozart y el rondó: tempo de minueto (tercer y último movimiento) es una fuente de buen espíritu y fresca invención”.
Principal representante del nacionalismo musical checo, Antonín Leopold Dvořák (1841-1904) es al mismo tiempo uno de los más grandes compositores de la segunda mitad del siglo XIX. Durante el verano de 1889 produjo su Sinfonía N° 8, que consta de cuatro mo-vimientos (Allegro con brío-Adagio-Allegreto grazioso-Allegro, ma non troppo). La pieza, es-trenada un año después en Praga, refleja no sólo una etapa de felicidad y humor idílico del autor, sino también su predilección por la inserción de temas tomados de la música tradicio-nal bohemia, tal cual era habitual en las partituras del recordado creador de la Sinfonía del Nuevo Mundo.
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